miércoles

La caida

No sé cuando caí.

No sé si era día o noche,
si intenté sujetarme o,
simplemente abandonada al vacío,
dejé a mi alma hundirse
inexorablemente
en la profundidad de la tierra.

Estoy fragmentada, boca arriba;
la respiración entrecortada
porque una estaca (o sólo un dolor, no sé)
me atraviesa el pecho.

Un poco más allá
veo mis piernas.

Sangran las rodillas;
quizás he peregrinado antes de caer,
pero no lo creo...
no soy tan fuerte
como para tener fe.

Comienza a llover,
eso es bueno,
así estarán lavadas mis heridas
para cuando vengan a enterrarme.

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