miércoles

La pausa

Dame la mano
y enséñame a caminar de nuevo.

Enséñame más canciones
que invadan los recuerdos
y se transformen en tesoros.

Muéstrame otra vez
como sujetar mi pelo
para peinarlo sin que duela.

Evítame más dolores
que ese simple dolor de niña.

Vuélvete más grande, más fuerte, más sabio
y muéstrame, repetido al infinito,
cómo se enfrenta la vida sin dejarse abatir.

Aunque una y mil veces
los tropiezos rompan las rodillas,

aunque el único camino
sea a través del desierto

-y que calmo es el desierto
cuando has sido tú
quien dirigía la marcha-

y aun cuando parezca
que todos los vientos
te estallan en la cara

no te olvides que no es
la primera ventizca

y que huracán no es más que eso:
aire en fuga indignada,
obstáculo en el camino,

la buena excusa, en plena ruta,
para hacer una pequeña pausa.

Y para cuando los senderos
cambian su fisonomía,
no me dejes sola,

dame la mano
y enséñame a caminar de nuevo

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