Hija que no viniste,
hijo que ya te fuiste,
como me duele el alma
no haber abierto la puerta,
como me duele el pecho
tanto aguantar el aire
y que ni respirar me oyeran.
Así me quedé, callada,
oyendo pequeños pasos
alejarse para siempre y
con las ansias siempre llenas
de mis niños que, inocentes,
buscaron bajo mis manos
las caricias de la espera.
No digan a sus hermanos,
si algun buen día se encuentran,
que vinieron a buscarme
a la casa del camino
donde se detiene el tiempo
y que estuve acorralada
y en vez de madre hubo viento
y en vez de abrazos, sollozos
que bañaron sus ensueños
y una súplica ahogada
del perdón que no merezco
y les robé, niños míos,
porque los llamé toda risas
y los recibí con silencios
hijo que ya te fuiste,
como me duele el alma
no haber abierto la puerta,
como me duele el pecho
tanto aguantar el aire
y que ni respirar me oyeran.
Así me quedé, callada,
oyendo pequeños pasos
alejarse para siempre y
con las ansias siempre llenas
de mis niños que, inocentes,
buscaron bajo mis manos
las caricias de la espera.
No digan a sus hermanos,
si algun buen día se encuentran,
que vinieron a buscarme
a la casa del camino
donde se detiene el tiempo
y que estuve acorralada
y en vez de madre hubo viento
y en vez de abrazos, sollozos
que bañaron sus ensueños
y una súplica ahogada
del perdón que no merezco
y les robé, niños míos,
porque los llamé toda risas
y los recibí con silencios
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